Un país, diez destinos y diez ingredientes para unas vacaciones mágicas

Con una situación privilegiada, sobre la misma latitud que el Caribe, el archipiélago de Cabo Verde es el destino exótico más cercano a Europa. Está situado a 645 kilómetros de la costa de Senegal y a tan solo 4 horas y media de vuelo de la ciudad de Santiago.

Las 10 islas principales se disponen en forma de abanico y están divididas en dos grupos según su posición sobre el viento:

• Islas de Barlovento: Incluyen San Antonio, San Vicente, Santa Lucía (deshabitada), San Nicolás, Sal y Boavista.

• Islas de Sotavento: Incluyen Maio, Santiago, Fogo y Brava. El relieve es en general escarpado y de origen volcánico, siendo el monte Fogo, a 2.829 m de altitud el punto más alto del archipiélago. Por el contrario, Sal y Boavista son planas, con extensas playas y dunas de arena blanca y fina.

Para los que desean disfrutar del sol el año entero, este es el destino ideal. Con un clima tropical seco-sahariano y escasas lluvias, Cabo Verde cuenta con una temperatura que podríamos calificar de perfecta, ya que oscila entre 20ºC en invierno y 25ºC en verano, teniendo una media anual de 24ºC.

Las raíces africanas del archipiélago se aprecian nítidamente reflejadas en su artesanía y su cultura musical, en la que destaca la morna cabo-verdiana, de fama internacional. La influencia portuguesa aporta el toque europeo y empapa de tradición lusa el alegre día a día de los habitantes.

Descubierto en 1.460, el archipiélago es colonizado por la Corona Portuguesa convirtiéndose en uno de los puertos de comercio de esclavos más importantes del mundo en la época. El progreso llega a la isla en los siguientes siglos paulatinamente, calando las costumbres lusas en la población, que actualmente siguen manteniendo. No será hasta julio de 1975 cuando se independice el país y se constituya el gobierno republicano vigente en la actualidad, alcanzando en los años posteriores una democracia estable, que se consolida con la Constitución aprobada en 1992. Hoy en día el orden político continúa instalado en la normalidad, siendo por tanto uno de los países de África más seguros y pacíficos.

Con un mar tan rico es normal que la cocina se asiente sobre los productos marinos. El atún está entre los más demandados, así como la langosta. Entre los platos típicos el “pastel con diablo dentro”, mezcla entre atún fresco, cebolla y tomates, que se sirve dentro de una masa hecha de harina de maíz y patatas hervidas. Las sopas como la de pescado y la “cachupa”, que está elaborada con carne de cerdo asada que se acompaña de maíz, frijoles y patata, son otros de los platos que podemos degustar en Cabo Verde.

Para el postre nada mejor que frutas frescas como mangos, plátanos, papayas, guayabas, mandarinas, membrillos, dátiles y cocos. De la bebida hay que destacar la cerveza, licores y zumos tropicales. Para los más exigentes, nada mejor que un golpe de una especie de aguardiante de caña blanca denominada “Grogue”.

La isla de Sal tiene una fauna marina muy rica y variopinta, que habita en un entorno en que destaca la transparencia, pureza y temperatura del agua. Los fondos marinos presentan plataformas de corales y una mezcla de fauna tropical y mediterránea.

Los mariscos y crustáceos son abundantes, hay una gran variedad de pescados, la presencia de delfines es común, y la de ballenas es menos acusada pero visible entre los meses de diciembre a abril. Cabo Verde es además un santuario para las tortugas, siendo uno de los lugares más importantes para el desove de esta especie a nivel mundial, habiendo varios proyectos para su preservación y cuidado, así como varias ONG trabajando en estos planos de protección.

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