Corme, donde el río se hace mar

lunes 11 de abril del 2022
En la desembocadura del río Anllóns, donde sus aguas dulces se mezclan con las saladas olas del Atlántico, allí nace Corme. Un pequeño pueblo marinero de la Costa da Morte, que cuenta en su entorno con algunas de las más hermosas calas de las Rías Altas, y donde se produce el mejor percebe del mundo. Un lugar único para hacer turismo sin turistas.
A vista de pájaro
Corme es un punto en el mapa al noroeste de la provincia de A Coruña, forma parte del municipio de Ponteceso. Entre la población que se asienta en la zona del puerto y la que vive en las aldeas, Corme cuenta con algo más de 1.600 habitantes. Vecinos que, como suele ocurrir en los pueblos marineros, reciben con los brazos abiertos al forastero.
Si localizamos nuestro punto de partida en la ciudad de A Coruña, tardaremos cerca de 50 minutos en coche. Cogemos la autovía AG-55 y llegamos a Carballo. Desde aquí, sólo resta tomar una serie de carreteras comarcales en dirección a Ponteceso.
Tal y como ocurre en tantos otros destinos de la Costa da Morte, el camino es el paseo. Antes de llegar, un cartel nos invitará a desviarnos hacia la playa de Balarés, pero habrá que ir despacio para no perdernos la subida al Monte Branco. Un mirador desde el que disfrutaremos de las vistas que tiene un ave, cuando sobrevuela libre la desembocadura del río Anllóns. Observar cómo el agua parte la tierra en dos y se deja llevar por sí misma hacia la inmensidad del Océano Atlántico es un regalo.
El día en la playa
En la playa de Balarés podemos encontrar todo lo necesario para pasar un bonito día de verano. Tanto si queremos tomar el sol como si preferimos comer y descansar a la sombra, nos da elegir entre su arena blanca y su gran pinar.
Para los que prefieran disfrutar de la mejor cocina de la zona, con un servicio impecable y unas vistas sin parangón, está el restaurante Balarés. No sólo las vistas, la misma edificación es espectáculo. El restaurante se posa sobre las ruinas de unas antiguas minas de transformación de titanio, utilizadas durante la segunda Guerra Mundial y después abandonadas. Toda la información que deseen en www.balares.com.
Arenales con personalidad
Corme es el lugar ideal para hacer turismo sin turistas. Para conocer lugares resguardados, protegidos de la mano del hombre, sólo moldeados por la fuerza del mar y del viento. Calas que, en muchos casos, sólo conocen los lugareños. La mayoría están en el camino entre el puerto y el Cabo Roncudo, algunas sólo las podremos ver si vamos a pie. Hay que tener en cuenta que los accesos son en pendiente, muchas veces complicados por la maleza y los cantos rodados.
El contraste lo encontramos en las playas de la Ermida y del Osmo. Éste último es el arenal principal, preferido de los cormelanos más jóvenes y de las familias. Dispone de un cómodo aparcamiento, y tiene todos los servicios, incluso campos de volley-playa. Una playa con dos caras, su otra faceta es la Furna do Osmo. Una gran cavidad natural en las rocas, que, con la baja mar, se transforma en un codiciado arenal. Lugar que, una noche al año, cada mes de julio, muta para hacerse escenario de conciertos. Es la Noite dos Encantos.
La playa de la Ermida es también muy concurrida. Se extiende a lo largo de medio kilómetro, con sus dunas y su Isla de la Estrella. Al islote se puede acceder andando si hay marea baja. A medio camino entre las playas más tranquilas y las más visitadas, está Arnela. Situada en el centro del pueblo, y unida a la del Osmo por un paseo marítimo. Una pasarela con unas vistas muy recomendables para recorrer al atardecer.
Cuando el mar se enfurece…
…ronca, y ningún sitio como Punta Roncudo para sentirlo. Es, después de Fisterra, la máxima expresión de la Costa da Morte. Un cabo en el que cuando el mar se agita, se transforma en cementerio, tragándose la vida de marineros y percebeiros. Dos cruces en las rocas nos recuerdan a las miles de víctimas de las olas, y simbolizan el respeto de los gallegos por el mar. Un paraje único por su belleza, que se combina con ese vértigo, esa angustia que produce pensar en las almas que descansan debajo de las aguas.
Pero, ¿por qué continúan los mariscadores arriesgando su vida en el Cabo Roncudo? La respuesta está en los percebes, los mejores del mundo según millones de paladares. El marisco rey de Galicia y reclamo principal de Corme. Como todo manjar, tiene su fiesta que en los primeros días de julio.
Toda la Costa da Morte está declarada lugar de interés comunitario por la Unión Europea, y el Faro do Roncudo es, sin lugar a dudas, un valor natural a preservar. Cabe recordar que esta zona fue una de las más castigadas tras la catástrofe del petrolero Prestige, en 2002; sin embargo, gracias al esfuerzo común, ya se ha recuperado tanto el paisaje como la fauna y flora marina.
Turismo aventura
Los campos abiertos de Corme y, en especial, el entorno del Cabo Roncudo son rocódromos naturales. Miles de escaladores se acercan al año para asumir los retos que plantean estas rocas, siempre en la modalidad de bulder. Escalada en bloques pequeños, o pequeñas paredes que no requieren material de protección. Si hablamos de turismo activo, no podemos olvidar los deportes acuáticos como el buceo, el windsurf, el surf o la navegación. Para todos ellos, la costa de Corme es ideal.
El río que quiere ser mar
El Océano Atlántico es el protagonista indiscutible de Corme, aunque no sería lo mismo sin el río Anllóns. Nace a 400 metros de altura, en los montes de Xalo. Desde allí recorre más de cincuenta kilómetros hasta encontrarse con la ría de Corme y Laxe, donde se funde con las olas del mar. A su alrededor podemos encontrar representaciones de arbolado de costa, especies frondosas que bien merecen un paseo. Un recorrido que se agradece principalmente en verano, cuando calienta el sol y el agua del río junto a la sobra de los árboles nos ofrecen una frescura inigualable.
El puerto de Corme
Es la aldea más poblada de la localidad y uno de los puertos más antiguos de Galicia. Sus calles estrechas y con casas pequeñas, pero con personalidad, invitan a pasear andando. Allí encontraremos las tabernas más típicas marineras, pero en los lugares más inesperados.
La huella celta
Los petroglifos evidencian que los primeros asentamientos humanos en los alrededores de Corme son prehistóricos. Los podremos ver a lo largo de la carretera que va hacia la aldea de Roncudo. Otros elementos que nos dan esta misma pista son los crómlechs. Unos monumentos megalíticos, formados por una serie de piedras que cercan un corto espacio de terreno llano, que habitualmente es de forma elíptica o circular. Había dos en Isla de la Estrella, pero hoy tan sólo quedan las ruinas de una no tan antigua capilla de la Virgen del mismo nombre.
Petroglifos y símbolos que han sido recogidos en leyendas, la más arraigada es la que cuenta el origen del que, dicen, es el monumento más antiguo de Galicia: la Pedra da Serpe. Dice la leyenda que esta zona era inhabitable para los seres humanos porque había una plaga de serpientes, hasta que San Adrián golpeó fuertemente el suelo, haciendo desaparecer aquella terrible plaga. Tras el golpe, todas las serpientes fueron a cobijarse debajo de una piedra, hasta que una, la última, quedó petrificada para que nadie olvidara lo sucedido.
Para recuperar fuerzas
Encontrar buenos restaurantes nunca es un problema en Galicia, menos, si cabe, en la Costa da Morte. El buen percebe es el reclamo en Corme y, guste o no el marisco, hay que probarlo. Saborearlo para después seguir con los pescados o con la mejor ternera gallega. ¿Dónde? En el restaurante Balarés o en Miramar. El restaurante Miramar está en el puerto de Corme, sobre el paseo marítimo que une las playas de la Arnela y la de Osmo. Tanto en Balarés como en Miramar encontraremos gran variedad de los mejores caldos gallegos y del mundo que, bien combinados, enriquecerán más la comida o la cena.
Y para dormir, sin duda, una casa rural. La Casa de Lelo es ideal, situada a 200 metros de la playa de Balarés, en una aldea con tan sólo tres casas. Cuenta con tres habitaciones dobles, un amplio jardín con zona de juegos infantiles y barbacoa.
Pero ésta es sólo una de las decenas de casas que hay en el entorno de Corme. En Vimianzo, a menos de veinte kilómetros, encontramos las de Fidalgo y Lorena. Y un poco más lejos, a treinta kilómetros está el Lugar de Trasande. Como recomendables son también los hoteles. El Monte Blanco, situado en Cabana de Bergantiños, es un establecimiento de dos estrellas. Dispone de habitaciones y apartamentos muy agradables y, sobre todo, con tarifas accesibles. En esta localidad hay una gran variedad de hoteles que se puede consultar en la página web www.finisterrae.org.

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